La vieja de al lado teje cejas
gruesas y despeinadas
para pegárselas a las muñecas que están
guardadas en los armarios de las piezas de las casas del barrio.
Dice que
si están escondidas en un armario
juntando olor a naftalina
ellas también se merecen
el paso del tiempo
que sino
sin polillas
ni cejas
la tristeza
es eterna