Por tanta importancia que me di en tus ojos hoy viví mi inexistencia.
Esos espejos de mi vida que la hacían color miel.
Tristeza dulce.
Después de un parpadeo, dejaste caer todos sus recuerdos, recorrieron tu mejilla. Pude verlos por última vez.
Sí, tus ojos me daban vida, tus pestañas me protegían y tus párpados me arropaban.
Hoy ya no me pude ver en ellos.
Fue un homicidio de tu mirada indiferente.