Despierto,
los ecos de la sombra se desvanecen
y la aurora dibuja caminos inciertos.
El día irrumpe,
con su prisa desmedida,
y las cosas,
las de siempre,
se me ofrecen como inéditas.
Risa y melancolía,
abrazadas en un mismo gesto.
Fe y duda,
como amantes que se esquivan.
Deseo y desidia,
jugando a ser espejos.
Esperanza y desencanto,
bailando al ritmo de las horas.
Todo gira,
se repite,
se renueva.
El mundo es un teatro
de luces y sombras,
de ilusiones recicladas
y emociones sin estreno.
Y yo,
actor de mi propia trama,
despierto otra vez
para comenzar el juego.