Bajo un cielo sin luz, sus pasos se detienen,
el viento helado canta sobre el portal,
y las sombras del hambre nunca se contienen.
La calle los cobija con su manto mortal,
y sus ojos, vacíos, buscan algún destello,
mas la noche se extiende fría y abismal.
El susurro del tiempo se vuelve su consuelo,
un canto sin palabras que nadie ha escuchado,
y sus sueños son bruma que alzan con desvelo.
Navidad, para ellos, es un eco apagado,
una estrella que muere en un cielo distante,
y un rostro de esperanza que nunca ha llegado.