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Emiliano A. Castillo

Poemas infantiles.

1. El gato con botas rojas
 
Había un gato en mi tejado,
con botas rojas y un gran sombrero,
saltaba alto, daba un brinco,
y hacía acrobacias en el alero.
 
—¡Qué elegante!—dijo un perro,
con su pipa y su bastón,
pero el gato no escuchaba,
bailaba al ritmo de un acordeón.
 
Los ratones le aplaudían,
las estrellas lo alumbraban,
y la luna, emocionada,
una ronda le cantaba.
 
Cuando el sol asomó el pico,
el gato dio un gran bostezo,
colgó sus botas en un hilo
y durmió sobre su queso.
 
 
 
2. El paraguas volador
 
Un paraguas muy travieso
decidió salir a pasear,
pero el viento, juguetón,
lo llevó hasta el ancho mar.
 
Flotó sobre las olas,
bailó con un pez azul,
se encontró con un delfín
y le dio un gran estornudo: ¡Achuú!
 
De pronto llegó una gaviota
que le dijo con emoción:
—¡Ven conmigo hasta la luna,
y toquemos una canción!
 
El paraguas, muy valiente,
se elevó hasta el cielo gris,
y desde entonces lo buscan
cuando empieza a llover aquí.
 
 
 
3. Don Trompeta y su orquesta
 
Don Trompeta era un elefante
que tocaba sin cesar,
una marcha, un tango alegre,
y hasta un vals para bailar.
 
Los ratones zapateaban,
las jirafas aplaudían,
y los monos en la selva
a su ritmo se movían.
 
Pero un día, ¡pobre Don!,
se quedó sin una nota,
su trompeta ya no sonaba
ni con un soplido idiota.
 
El armadillo, muy listo,
trajo un parche de tambor,
y con eso y un silbido,
¡le volvió la inspiración!
 
Ahora sigue su concierto,
bajo el sol o el aguacero,
y quien pase por la selva
baila al ritmo trompetero.
 
 
 
4. El zapato encantado
 
Un zapato despistado
caminaba sin parar,
buscaba a su compañero
y no lo podía hallar.
 
—¡Ay de mí!—dijo angustiado—
¿Dónde estás, mi otro pie?
Sin ti soy solo uno solo,
sin ti no puedo correr.
 
Preguntó a la lavandera,
preguntó al viejo ascensor,
pero nadie, nadie, nadie
le sabía dar razón.
 
Hasta que un calcetín sabio
dijo:—¡Mira allá, señor!
Está bailando en la plaza,
en un gran charco de sol.
 
Y los dos, ya reunidos,
zapatearon sin cesar,
porque un zapato encantado
¡siempre encuentra su par!

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