Los huérfanos de la Navidad
En la noche sombría resuena un lamento,
niños solos que buscan un rayo de amor.
El invierno les viste de frío y de viento,
la ciudad los acoge con su desamor.
Una estrella distante les da el firmamento,
mas la tierra les niega refugio o calor.
En sus manos un sueño, pequeño, marchito,
y en sus ojos la sombra de un llanto infinito.
Van los huérfanos solos cruzando la plaza,
donde un árbol de luces promete alegrar.
Pero el brillo tan falso jamás los abraza,
solo miran la dicha que no han de alcanzar.
Cada paso que dan se convierte en amenaza,
cada puerta cerrada les quiere callar.
En el aire, un villancico evoca ternura,
mas sus almas responden con muda amargura.
Y las calles parecen un vasto desierto,
aunque ríe la gente en su festivo afán.
Ellos saben que Dios, en su pesebre abierto,
les espera entre pajas de un pobre zaguán.
Es allí donde encuentran su cielo cubierto,
y un refugio que escapa del frío malsano.
Los abrazan sus sueños de amor más profundo,
y en su fe reconstruyen el alma del mundo.
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