Nació mi verso en la olla hirviendo,
donde el agua canta su son sonoro,
se hizo estrofa cuando, riendo,
saltó la sal con gesto de oro.
En la sartén del alba espumosa
fríe el aceite mi inspiración,
y el ajo, con rima escandalosa,
le da a mis letras su bendición.
Bate la rima, mueve la prosa,
que el fuego alto pide sazón,
ponle metáfora jugosa
y un toque dulce de corazón.
Si falta idea, exprimo un limón,
y si está sosa, más picardía,
pues la poesía en mi cocina
se cuece a fuego de algarabía.
Cuando el guiso ya está completo,
con gracia, sirvo mi inspiración,
y cada verso, caliente y suelto,
se come a bocados de emoción.