Se alza el cielo en su quebranto, gris espejo de mi ser, y en su bruma dejo un canto que no puedes hoy leer. Tu mirada, sol dormido,
Busco la luz anhelo ardiente, fulgor luciente, de Cristo Jesus. Oh Verbo fiel,
Yo traigo la sazón en mi bandera, naranja, ajo y miel en dulce abraz… el ron se vierte lento, paso a pas… y el comino perfuma la madera. La salsa brilla al fuego que esper…
Días verdes de bosque y sombra, días azules donde el mar asombra. Cantan las hojas con brisa callada… rompe la ola su voz despejada. Brilla en el monte la luz matutina…
Día verde brilla, viento en el sendero, canta la semilla, bajo el sol sincero. Río que susurra,
Todavia arde la lampara que encend… Aun cantan los ruisenores en los p… Quedan cartas sin abrirse en cajon… Siempre queda una flor viva entre… Todavia guardo el vaso que tocaste…
Dijiste “una falta” y fue un gran… “solo un desliz” cuando ardió el a… “Un pequeño fallo”, todo se quebró… “cosas del destino” cuando él se m… “Tan solo un rasguño” y sangró la…
Poema: “Decálogo de Navidad” Género: Poesía clásica Tono: Melancólico, Reflexivo Amarás en diciembre al que nunca t… con un gesto sencillo que no busca…
Por el viejo senderito, donde un día te vi partir, van las hojas susurrando que aún te esperan junto a mí. Las estrellas en el cielo
No es el mar lo que miras, es el reflejo de un nombre sumergido en la orilla. El agua repite su sombra, te llama con su lengua de espuma,
El lunes llegó sin previo aviso, como un ladrón con traje y permiso… Yo me escondí bajo la almohada, pero el despertador no perdona nad… Me levanté con cara de espanto,
La casa está callada y sin tu risa… la Navidad no sabe cómo entrar. Te busco entre los sueños al rezar… y solo el viento frío me acaricia. Tu voz cantaba dulce en la ceniza,
Sean tardos para airarse, que la ira nunca llega sola; trae consigo palabras filosas, heridas que ni el tiempo borra. Sean tardos para airarse,
Brisa de miel, roza mi piel, luces de abril, llamas sutil. Besos de sol,
En los pliegues del viento, duerme la tinta dormida, susurros de un tiempo ido que el alma nunca olvida. Las letras, aves sin nido,