La soledad en sus psico-mazmorras raspa con su jarro vacío las rejas de la jaula clamando por la caída del candado. Es que estoy feliz como un perro que corre por primera vez en una pradera, con esa cara que tiene un bebé cuando come sólido por primera vez. El haber conocido su amor me hace feliz. Es como ver el reflejo de un faro sobre un mar sin olas,
La soledad duerme comatosa y sueña tormentas en blanco y negro en su cama de clavos. Es que el recuerdo de sus Urales sobre mi lecho me recuerda una hermosa obra de arte en un museo de Roma del cual no recuerdo (ni me interesa) su nombre. El haber saboreado sus besos me recordó que se cierran los ojos cuando se besa enamorado.
La soledad tirita de frio en las noches en una estepa de olvido y cemento. Es que sus carcajadas matinales se mezclan con el aroma a café recién hecho y pan horneado. Mirar sus ojos en el silencio de melodía absurda, hace que mis días se hagan un nuevo sentido que acaricia lo cósmico e irreal.
La soledad está en una sala de emergencias maniatada a un monitor y un respirador artificial conectada, pero la veo sufrir a través del vidrio y ríe mientras me mira y veo sus ojos venosos y rojos, envueltos en una negrura indómita. Es que se sabe inmortal....el amor en la vida de todos es una hoja suspendida en el viento... hermosa pero no dura para siempre.
La soledad sólo espera una cosa: Una única oportunidad.