Toti Draco

NO RECUERDAS NADA

El mar entero pasó por tu piel y dejó la marca de sus efluentes en la decoración de tus ojos, y como toda promesa escrita sobre la arena se difumina al paso de las estrellas. El amor que fue promesa rompió el cristal y se escapó por la tangente. Cayó tu velo, cayó tu túnica y se mojó en el suelo y en tu andar descalzo te diste cuenta que te estabas desangrado. Nubes deshilachadas juegan a las escondidas en una tarde color manzana como niños sin alma y cuerpo de trapo. Hieren filosas las agujas del reloj; esas que te dicen la verdad, que te señalan como una turba embravecida y TU... me miras con impaciencia y preguntando “cuándo” con cada empellón del segundero.
Y tú, ya hallada sin paciencia observas maniatada que los agujeros de ese techo que se van agrandando y las gotas cada vez son más grandes, son más cruentos los caminos, más pesadas nuestras cruces y ¿sabes por qué? Por no saber leer la borra del destino, por no poder usar tus manos, por no haber leído el menú antes de servirte de esto que ya ni nombre tiene... si hasta se te han caído los colores, ¡“mi arco iris”!
Sepia tu cuerpo de bronce y frío, blanco y duro el mármol en tu pecho, mujer añejada casi a punto desperdicio. ¿Con qué derechos vuelves a golpear tus manos ahí en mi puerta? Bla-bla-blá penetra en mis oídos y yo, sordo por elección ante tu presencia desdeñada. Entiende ya que para mi acaso eres una fotografía en un cajón del placar, ese calcetín que no he vuelto a encontrarle su media naranja.
Ya al final de la contienda, todo buen perdedor tiene un acto de grandeza y como buenos perdedores podemos ser nuestro paño de lágrimas, nuestro premio consuelo, volvamos a ser mentirosos, hagamos que nos queremos... hagamos que nos creemos, hagamos que por un rato creemos que podemos.

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