Las garras del tiempo ha marcado territorio en su rostro, pespuntando en el desvelo de su conciencia, los recuerdos vívidos de su marcha en ésta vida.
En aquella habitación mohosa y lúgubre, un escritor caído en desgracia, observaba un punto fijo... ensimismado, como buscando un prólogo para comenzar a relatarle a todo el mundo todas las desdichas de su alma.
Yo no tengo palabra, término u oración que ya no las hayas volcado en papeles... ya que te observo a diario inmerso en esa soledad rimbombante, regresando a esa habitación tan calada, que en cualquier momento deberás ingresar con un paraguas.
Tus primeras historias... aún las recuerdo, aquellas que inventabas sobre la marcha con la misma fábula abierta hasta que nosotros conciliemos el sueño, Tú, en ese galpón al que llamabas “estudio” plagado de libros horribles y viejos, pero hermosos en versos.
¿Cómo decías?...Ah!, ya me acordé: “-Roberto... te contaré una historia....resulta que una vez un mago hizo que las cosas cobraran vida...”y mi imaginación emprendía vuelos gentiles hacía esos mundos, esas constelaciones, esos astros que hoy señalamos con un dedo, lo imposible se hacía luz con tus versos, y crecí con la firme certeza que no existían los imposibles.
Aún queda más arena en el reloj, el minutero todavía persigue su cola como esos perros locos. Tú, colgado en esa estrella nocturna donde la luna va menguando como tu espíritu y yo saltando de sueño en sueño voy escribiendo andanzas y canciones en papiros nuevos.
No dejes que esa habitación sea tu mausoleo, que ese punto en el techo sea un agujero negro para tu arte y pensamientos, exiliado de ti, con tu memoria desteñida y disecando tus recuerdos, sentado a la vera de un rayo de luna junto a tu ventana o llorando en lo amarillo de las páginas ocre.
¿Escribes o sólo es un mal entendido?...¡Eres un escritor! Eres ese que allá a lo alto teje historias que adornan el camino de aquellos que leen, eres de esos que nada debe, el de los bolsillos llenos de letras, que llevan la bravura de un río en la sangre, con alma al ritmo de un minué o la más estrambótica música, un mago, un quijote endemoniado y un cronopio maldito. Tus pensamientos serán eternos, no vayas hacia esa luz, espera que pase el eclipse, que todavía quedan caramelos en el frasco.
Recuerdo que una vez me dijiste que la tinta se lleva en la sangre, y mientras debatíamos sobre las tristezas de un lamento, me hiciste jurar que cada vez que vuelque mis pensamientos a palabras, lo haga con el corazón. Ahora sólo te pido que concluyas con esa promesa. Enséñame de nuevo porqué eres un escritor y termina con tu cuento antes que con tu vida, pero que sea con hermosos versos.
Ahora debes ir a descansar, se hizo tarde, me voy pero no te suelto en éste mar de silencios. Dale cuerda al viejo reloj que todavía tiene tiempo. Mañana te esperan tus viejos libros y un montón de cuadernos en blanco. Tu pluma te aguarda en el estudio, te despertarás y luego el gallo mientras el sol calentará tu cuerpo... inspírate mientras estés durmiendo (un beso en la frente).
—Roberto... te contaré una historia. Había una vez un escritor...”-