Entre
nubes
subes
tú
astro
blanco
dando
luz.
Y envías
del suelo
consuelo
y paz
al alma
que llena
de penas
está.
Y tu vista
mi quebranto
y mi llanto
abrasador,
se mitigan
y parece
que decrece
mi dolor.
Que eres hermosa
cándida y pura
y la tristura
sabes calmar
cuando te elevas
tu gran reflejo
cual fiel espejo
retrata el mar.
Mil veces te he visto
brillar en la esfera
y siempre hechicera
¡Oh luna!, te hallé;
y así levantando
mis lánguidos ojos
postrado de hinojos
con fe te adoré.
Pero entre tanto llega la destructora muerte
a hundirme en el estrecho y fúnebre ataúd,
yo quiero en el espacio seguirte siempre, verte,
y hacer que en tu alabanza resuene mi laúd.
¡Adiós hermosa luna! Yo te amo con delirio,
quisiera por cantarte tener inspiración,
porque al mirarte siento que calma mi martirio
y late dulcemente mi triste corazón.