Palabras sin sentido como mi mente, mis acciones, mis arrebatos y mis silencios. ¿Cómo liberarme de ese laberino en el que me introduce el pensar?
Me di cuenta de la libertad que poseo al comprender que estoy condenada a decidir; aún sabiendo que no poseo esencia alguna. Lo curioso es cuando pienso que encadeno la libertad al decidir no morir por ella.