Poemario: Utero
De cualquier forma cerrarnos la boca, sí, a eso le llaman un derecho, dedicar los no sé cuantos decretos y leyes a cosernos desde el interior de la garganta para sacrificar nuestras voces, pero no contaban con que aún oímos y que podemos pasar los gritos a las manos para reclamar nuestras palabras ignoradas y amordazadas.
Nos dijeron tantas veces “no” hasta pretender desaparecernos, excluirnos, poner un tapete sobre nosotras y barrernos por llamarnos “lo que sobra”, lo que no se muestra, lo que sé oculta, ese lugar mal remendado del que es mejor ni hablar.
Y no... la verdad no contaban con que renacíamos entre la tierra y crecíamos entre los escombros, éramos cientas, miles, millones, éramos más que ellos, aprendimos a tejer para quitarnos esos nudos de la garganta y nuestra ira sonaba más que nuestro silencio.
Nos desenterramos de ahí mismo donde trataron de enterrarnos, vinimos desde abajo, desde lo cohibido y lo prohibido, florecíamos fuertes y firmes, las indigenas, negras, desplazadas, las víctimas del conflicto armado, la que nunca pudo hablar, a la que no dejaron votar, la que nunca apareció, la mutilada, la que no decidió, la que no le dieron permiso, la cabeza de hogar, a la que le negaron todo, no éramos pocas, éramos todas en una, las que ahora exigen, las que debaten, las que luchan, las paradas, las que gobiernan, las que deciden, las que radican sus dolores y despedazan las antiguas leyes, las que exigen cambiar morir por combatir, las calladitas nunca más, las que están porque estamos, las que son porque somos.
Dedicatoria: Francia Marquez.