Oh, dulce ángel exiliado, refugiado en tu locura,
sos el despertar de mis delirios, alucinante criatura.
Ya no te veo, ya no te siento.
Estás, luego no estás.
Siempre alzando el vuelo entre golondrinas, entre dientes de león, entre la lluvia que te moja más que mi boca.
Somos nada y todo, la más pura casualidad de encuentros tibios, furtivos.
Fugitivos de nosotros, ya no existimos.
Siempre danzaré con vos,
como hadas en luna menguante, como gatos fusionándose.