Por sostenerme en todo momento, aún con dolor, lastimados, sucios y quemados.
Por enseñarme a que si no me enfoco, se debilitan y me tumban forzadamente. Hace mucho no les prestó atención, por estar pendiente de otros, por el andar de otros, por la forma de otros...
Confieso extrañar los besos que se me han quedado en el andar. Los besos de mis amantes en esas noches de eterna juventud y lujuria.
Porque de esos besos en los pies, no queda más que el recuerdo y una sensación acuosa entre mis piernas.
Así como mis partes que van quedando en mis amantes, partes de mis pies van quedando en el camino. Como muda de culebras, como pelaje de felinos.