Poesía.
Te llamé “poesía” al no saber tu nombre...
y de la nada te florecieron rizos en los versos
y las rimas sonrosaron tus mejillas.
Al ritmo del viento
cada estrofa se hizo parte de tu cuerpo...
y tu sonrisa fue (al final y desde tus ojos),
la metáfora perfecta de la vida misma.
Te llamé “poesía” al no saber tu nombre...
y vos te escribiste, sin saber,
letra por letra
en cada latido y suspiro de mi pecho.
—Poesía—