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Vas por mi memoria sin fin, asco del big bang.
Su beso fue el tristísimo andar del coral
sobre la marea absoluta de la larga victoria,
me descuidaba y su beso me daba en la frente.
El elevado vuelo del ave y su nido
se me posaba en la boca y en la cara,
su mano de higo blanco se posaba en mí.
Entre las ramas yo volvía a ser niño
y esas horas de luz vegetal que poblaban mi sueño
se desvanecían al contacto de su piel marina
por ahí algunos pájaros de luz
picaban mis horas más absolutas para despertar de
este sueño de agua, de este sauce de cristal.
¿Dónde guardaré ahora tu aroma danzante?
¿en qué nido te posarás ahora?
¿Dónde pondré mis experimentos más tristes?
una presencia como un canto súbito
su beso no dudaba cosecharse en mi como los granos
de la tierra aún preñada
su mundo de siluetas y mares y espumas
su cuerpo de luz, su boca de sombra
la firmeza de mi alma que hacia su viaje más terrestre
inmensa serenata que se rompe en la hoja
y en la estría de la piedra
cuerpo de luz filtrado por la fina estampa.
Su boca y sus manos tan blancas como el horizonte mismo
boca de uva blanca
pernas de uva blanca, vientre de uva blanca
bahías, rocas elevadas a la sal
color de nube su pelo, su raíz más blanca que lo blanco
el día reposa en la quietud de la esperma
la estrella enamorada hace su aparición y desaparece
Por las comisuras de lo bello y lo maternal;
voy de pasajero entre galerías sin sonido
sin material que hierve dentro de la propia memoria,
fluyo con la sal y la soledad del desierto.
desde la catarata iniciada en mi abril
venía a beber de su oleaje nocturno.
voy rompiendo el dique y la roca
tu reflejo me nace, me domina, me hace fruta
y tropiezo,
ahora al filo del gran musgo del beso
me nazco, me nublo y pienso en el día amarillo
bajo las gradas inmensas del castillo y el arco
así voy de júbilo
Voy por tu beso como por el mundo
voy por el agua como por tu apellido
voy cerrando un circuito de mi racimo excitante.
Cruzo tu cuerpo como cruzo la ola marina;
mi interés es poner mis dedos en tu alma
y mis ojos oscuros posarlos en tu mano izquierda,
tu vientre es una plaza soleada
un domingo de ostias y misas y candelabros
tus manos son dos oficios de un mismo pago;
la sangre es una columna inmensa de estaciones
mi mirada te cubre como hiedra,
eres un campo ebrio al mediodía;
una luz que en su luz imagina
una muralla que divide lo dulce de lo blanco,
lluvia que se engendra sola.
un pájaro de sal
una soleada pasión que se desborda al filo
y un barco ciego sin rumbo en el paneta entero.
Vas desnudo por donde te pienso
blanco en lo blanco y rumor en el horizonte,
voy por tu ojos como por el agua.
Todo cae en tus ojos despiertos
el almíbar y las llamas
el tigre, el beso y el colibrí
y tu mano que se arquea en el tiempo distante.
Tu mano de uva blanca
tus cejas de naranja blanca y pálida
tu cristal, tus dientes y encías blancas
tus dedos de agua marina y nácar perfecto;
tus hojas agudas y tu sexo de agua
toda la noche llueves
abres mi pecho en plena orgía de abejas
bebes mi llanto y mi vulnerabilidad
cierras mis ojos con tus manos de acequia
llueves sobre mis huesos, sobre mis dientes
te paseas por mis vertebras
y hundes raíces de agua en mi pecho de sal
hundes todo el amor dentro de mi alma
y plantas un árbol de agua en mis orillas.
Voy de vagabundo por tu talle
voy por tu cuerpo como por un árbol
recorro la plaza en busca de una tarde alegre,
seguramente en tu mano se planta la luna,
tu blanca frente siempre me dio el plan,
mi sombra se despeña ahora y va por un cauce.
Mi país es diminuto, cabe en mi mano tu espera
y silencio;
dentro de mí se enciende una lámpara y va la noche
Mi soledad es ansiosa, está siempre en búsqueda
de ríos, personas, almas, y naranjas.
Se enciende m cuerpo al borde de la vela.
La estrella que da sombra ya se ha plantado en el centro
del material,
brotan desde los confines del universo esquinas
vicios que nadie ocupa,
lentas y largas columnas de humo salen de la boca
y de los agujeros; mi soledad está viva.
Del otro lado de la isla todo es ajeno
y desperdiciado, todo es femenino y austral:
todo es abundante y lleno de buganvillas de oro.
Hay ventanas enormes de casas enormes,
hay siluetas de cartón y lienzo, estás tú entre todos,
surcas incluso hasta el ave
y la sombra,
vas en mitad de un alto a la sangre y respiras.
Inmensa bóveda de colinas celestes
¿Por qué ahora no puedo morder el polvo?
En mitad del espacio ya somos, como caudal del verano
ventana de hojas amarradas a la cordillera,
todo lo que miran nuestros ojos se vuelve sombra,
nuestros cuerpos
distanciados por dos mares y ojos distintos
se envuelven en una yedra de sílabas.
Trepan por el muro como por tus pies.
La noche es inmensa.
Follajes de grillos contra la nada
luciérnagas en lio contra la luz y la oscuridad;
insomnio de uvas y matorrales;
las estrellas se disipan solas y ebrias el mediodía,
el verano se acumula en la estación del tren,
la soledad se perfila en el puente,
la lluvia prepara cántaros de sonidos invencibles
y tus manos
visibles artimañas del aire
abren puertas
y casas del sur, desde donde viene mi aroma.
Seguramente tu belleza es occidental,
tu frente es la terraza que prefiere la luna.
Observarte despertar es inmenso y atónito,
el mundo es pequeño
parece una isla de líquenes en adopción.
Yo me pierdo en tus ojos:
ojos de plaza pública; inmensos monumentos
de piedra,
inmensas bahías de sacos amarillos.
Vas por mi memoria sin fin, asco del big bang.