...
Ábrete ese corazón
para que alguien pueda dormir en él.
Abre tu mano de hombre
para que jueguen con ellas, tus manos
dos orquídeas poderosas:
diástole y
epístola.
Rastros y rezos de un solo espejo.
Gris.
Amaste el desastre
Anda y juega descalzo en plié.
Triza el verano
y azota la ventana con tus flores del primer piso.
Nadie va a hablar de tu belleza
como yo.
Voy a hundir tus ojos en el mar.
No exijo nada.
Este jueves somos dos desconocidos sin rostro.
DOS
Y nada, el día ya parió su enorme bulto.
Me hizo hombre tu despedida;
tu figura de marfil negro
se planta en el océano con tu columna de humo.
De la pobreza y la tristeza
tu escapas con un cigarrillo en medio
de la lengua;
supimos que nuestra niñez estaba abandonada.
Sigue ahí
sin decirme nada, ni encontrar nada.
Sigue
con esa tristeza
de trenzas
negras y oblicuas.
Nada, nunca nada.
Alabada esta despedida y su parto.