Seis de la tarde y del oro.
La arena como mojada
por una blancura alada.
¡Si llego a tocarla, lloro!
Alma y nube conversando
de cosas que no sabemos;
agua pasando y pasando,
agua sin peces ni remos.
La arena junto a la ola.
Caracoles en mi saya...
La playa sola, muy sola,
la playa como una playa.
Tarde eterna, tuya y mía.
La luz yéndose por ramos.
Una estrella que venía.
Ni siquiera nos besamos.