Symphony in White, No. 1, by James McNeill Whistler
Tomás Martín Feuillet

¡Quédate Así!

¡Quédate así! con tu cabeza lánguida
Apoyada en tu mano de jazmín,
No dejes nunca esa actitud romántica;
No te muevas, mi bien... ¡quédate así!
 
¡Quédate así! Para inspirar un cántico,
A tu tierno y amante trovador,
Tipo de la belleza melancólica
Con que siempre soñó mi corazón.
 
¡Quédate así! Para mirarte estático,
Así inclinada la preciosa sien,
Encarnación del ideal poético
Que mi alma ardiente en sus delirios ve.
 
¡Quédate así! Sobre tu traje cándido
Tus cabellos flotar deja, mi bien,
Sueltos cayendo sobre el pecho nítido,
Que envidiara la Diosa del Placer.
 
¡Quédate así! Con la mirada ignífera
Fija del cielo en el hermoso tul,
Tú que eres, ¡ay!, de mi existencia mísera
El solo encanto y la brillante luz.
 
¡Quédate así! Porque con ojos ávidos
Quiero tus perfecciones contemplar,
Tú que con sólo una palabra mágica
Feliz me has hecho para siempre ya.
 
¡Quédate así! Y que la parca lívida
Ponga a mi vida en este instante fin;
Que si viéndote así desciendo al túmulo,
Yo moriré feliz, sí, muy feliz.
 
¡Quédate así! Como la flor que el céfiro
Sobre el talle gentil hace inclinar;
¡Quédate así!, mi amor, así, ¡mi ídolo!
No te muevas, por Dios, ¡nunca jamás!
 
¡Quédate así!... Mas si tu frente inclínase
Porque tu pecho encierra algún pesar,
No más tu mano en la mejilla pálida:
¡No te quedes así, no, por piedad!

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