Siempre después
de cualquier aguacero
fíjate bien
lo que pasa en el cielo:
poco a poquito
se abren las nubes
y pasa el sol
por huequitos azules.
Y, si eres curiosa
verás cupidos color de rosa
que al agitar sus blancas alitas
dejan sonidos de campanitas.
Al acabar de llover,
en un rayo de sol,
van los cupidos copetones,
que sin dejar de marchar
por las nubes de plata
van buscando corazones.
Bajo el arco iris
se ven desfilar
con sus flechas listas
para disparar.
Un cupidito panzón,
por ponerse a jugar
con las gotitas de rocío,
al verse lejos de los demás,
llorando, va corriendo detrás.
Desde la gloria del sol,
los cupidos disparan
sus flechitas invisibles.
Al corazón que le dan
se desmaya en suspiros
de ilusión incontenible.
Pues cada cupido
es buen tirador:
al dar en el blanco,
brota el amor.
Son muy hermosos de ver,
mas prefiero taparme
escondido en mi paraguas.
Si a mí me flechan,
¿qué puedo hacer?
a fuerza
te tendré que querer.