Manuel Benitez Carrasco
De estrellas eran los geranios entre
la música del agua. Silencio. Soledad.
Sollozan las palabras en los cauces
de la desesperanza, como noche sin besos,
sin nardos en su sangre toda lágrimas.
¡Oh tristeza de alma! Frío, pasos..., ¡la muerte!
¡Ay corazón! ¡Ay fuentes, arco iris
de luceros! ¡Ay hondo
llanto, pena infinita de Granada!
Nuestro Manuel ha muerto
en brazos de la aurora.
¡Manuel!, poeta de la vida niña,
del pueblo con blancura de azucenas,
de la belleza pura, ilusionada...
Vientos tristes, poemas tristes, pájaros
tristes besan el cuerpo
sin alma del poeta,
el cuerpo misterioso de Granada.
Luz, agua, sangre, vida... Dejadme ante su cuerpo,
cáliz de rosas negras, de soles apagados...,
que llore sobre el pecho de Manuel
y sobre el de esta tierra, paraíso de oro
y cadencias de voces feraces, soleadas.
Preferido o celebrado por...
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