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Las montañas se deshacen, el ganado se ha perdido; el sol regresa a su fragua: todo el mundo se va huido. Se va borrando la huerta,
Me toca en el relente; se sangra en los ocasos; me busca con el rayo de luna por los antros. Como a Tomás el Cristo,
La rosa colorada cogida ayer; el fuego y la canela que llaman clavel; el pan horneado
Lolita Arriaga, de vejez divina, Luisa Michel sin humo y barricada… maestra parecida a pan y aceite que no saben su nombre y su hermos… pero que son los «gozos de la Tier…
Dormiremos esta noche sueño de celestes dejos sobre la tierra que fue mía, del indio y del ciervo, recordando y olvidando
Tengo de llegar al Valle que su flor guarda el almendro y cría los higuerales que azulan higos extremos, para ambular a la tarde
Yo dije: “ahora a que la pobre Ma… Ella robó su rostro, ella ofendió… ella cubrió su voz para que no lla… Una voz dijo: “Vive para aprender… Con sólo que camines te la irás en…
En el medio del llano, un árbol seco su blasfemia alarga; un árbol blanco, roto y mordido de llagas, en el que el viento, vuelto
Y ella no está y por más que hay s… es la verdad que soy más pobre que… Aunque en Febrero esponjándose la… el sol es menos sol y menos luz la… Era la mansa, la silenciosa, la es…
La tierra se hace madrastra si tu alma vende a mi alma. Llevan un escalofrío de tribulación las aguas. El mundo fue más hermoso
En el secreto de la noche mi oración sube como las lianas, así cayendo y levantando, y a tanteos como el ciego, pero viendo más que el búho.
Yo la encontré por mi destino, de pie a mitad de la pradera, gobernadora del que pase, del que le hable y que la vea. Y ella me dijo: “Sube al monte.
Ven, hermano, ven esta noche a rezar con tu hermana que no tien… hijo ni madre ni casta presente. Es amargo rezar oyendo el eco que un aire van y un muro devuelve…
Como soy reina y fui mendiga, ahor… vivo en puro temblor de que me dej… y te pregunto, pálida, a cada hora… «¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te a… Quisiera hacer las marchas sonrien…
¡Bendita sea mi lámpara! No me humilla como la llamarada del sol, y tiene un mirar humanizado de pura suavidad, de pura dulcedumbre. Arde en medio de mi cuarto: es su alma. Su apagado r...