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¡Ya viene el cortejo! ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen… la espada se anuncia con vivo refl… ya viene, oro y hierro, el cortejo… Ya pasa debajo los arcos ornados d…
Puso el poeta en sus versos todas las perlas del mar, todo el oro de las minas, todo el marfil oriental; los diamantes de Golconda,
Torres de Dios! Poetas! Parrayos celestes, que resistís las duras tempestades… como crestas escuetas como picos agrestes,
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer... Plural ha sido la celeste
La estéril gran señora desespera y odia su gentil talle cuando pasa la pobre cocinera con seis hijos y medio por la call…
Ve un zorzal a un pavo real que se esponja y gallardea; le mira la pata fea y exclama:—“¡Horrible animal!” sin ver la pluma oriental,
¡Qué cosa tan singular! ¡Ese joven literato aún se sabe pe…
Así, sire, en el aire de la Franc… la paloma de plata de Suecia y de… que trae en vez de olivo una rosa… Un búcaro latino, un noble vaso gr… recibirá el regalo del país de la…
El ave azul del sueño sobre mi frente pasa; tengo en mi corazón la primavera y en mi cerebro el alba. Amo la luz, el pico de la tórtola,
¡Oh, luz mía! Te adoro con toda el alma; tu recuerdo es l… de mi esperanza. Corazón mío, ¡vieras, con mi silencio,
Cantaba como un canario mi amada alegre y gentil, y danzaba al son del piano, del oboe y del violín. Y era el ruido estrepitoso
Francisca, sé suave, es tu dulce deber; sé para mí un ave que fuera una mujer. Francisca, sé una flor
Carne, celeste carne de la mujer!… dijo Hugo—ambrosía más bien ¡oh ma… la vida se soporta, tan doliente y tan corta, solamente por eso:
Mía: así te llamas. ¿Qué más armonía? Mía: luz del día; mía: rosas, llamas. ¡Qué aroma derramas
¿Tienes, joven amigo, ceñida la co… para empezar, valiente, la divina… ¿Has visto si resiste el metal de… la furia del mandoble y el peso de… ¿Te sientes con la sangre de la ce…