Octavio Paz

La transparencia es todo lo que queda

Paramera abrasada
del amarillo al encarnado
la tierra es un lenguaje calcinado.
Hay púas invisibles, hay espinas
en los ojos.
En un muro rosado
tres buitres ahitos.
No tiene cuerpo ni cara ni alma,
está en todas partes,
a todos nos aplasta:
este sol es injusto.
La rabia es mineral.
Los colores
se obstinan.
Se obstina el horizonte.
Tambores tambores tambores.
El cielo se ennegrece
como esta página.
Dispersión de cuervos.
Inminencia de violencias violetas.
Se levantan los arenales,
la cerrazón de reses de ceniza.
Mugen los árboles encadenados.
Tambores tambores tambores.
Te golpeo cielo,
tierra te golpeo.
Cielo abierto, tierra cerrada,
flauta y tambor, centella y trueno,
te abro, te golpeo.
Te abres, tierra,
tienes la boca llena de agua,
tu cuerpo chorrea cielo,
tierra, revientas,
tus semillas estallan
verdea la palabra
se desata se esparce árida ondulación
se levanta se erige ídolo entre brazos de arena
desnuda como la mente brilla se multiplica se niega
en la reverberación del deseo renace se escapa se persigue
girando girando visión del pensamiento gavilán
en tomo a la idea negra cabra en la peña hendida
el vellón de la juntura paraje desnudo
en la mujer desnuda snap-shot de un latido de tiempo
pirausta nudo de presencias real irreal quieto vibrante
inmóvil bajo el sol inmóvil pradera quemada
del color de la tierra color de sol en la arena
la yerba de mi sombra sobre el lugar de la juntura
mis manos de lluvia obscurecida por los pájaros
sobre tus pechos verdes beatitud suficiente
mujer tendida hecha a la imagen del mundo
Preferido o celebrado por...
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