La historia de una sirena y su humano.
Sentada en una piedra te vi desde lejos con tus pies en la arena, desde el primer momento que te vi sabía que serias mi alma gemela. Con una mano te hice señas para que te metieras y tu rápidamente nadaste hacia ella.
Te enseñe a hablar con los peces y hacer figuras con las burbujas, empezaste a visitarme hasta que el sol se hundía en el mar y cada que que te ibas decías que de mi no te querías separar.
Me fascina que me veas y te asombres de cómo brilla con el sol mi aleta de sirena, siempre dices que te encanta mi melena rizada y como se ve cada rizo cuando nos revolcamos en la arena. Tus manos como soles acarician mi piel y los besos de sal que nos damos empiezan a saber a miel.
Ya hace un año de ese encuentro y sigo disfrutando que te acuestes en mi pecho, acariciarte el cabello mientras te canto unos versos, tu siempre dices que tengo la voz más hermosa que has oído y yo decido creerte pues estoy segura que ninguna sirena como yo habías conocido. Todo contigo se siente tan intenso que pareciera que eres tú el que con tus cantos me hipnotizó.
Ahora me ves con ojos brillosos y me dices que de mi te has enamorado, nuevamente decido creerte pues nunca había disfrutado tanto nadar con un humano, que la idea de vivir en tierra firme contigo la estoy considerando.