Con tus dedos marfileños ágilmente
los bolillos revolvías;
los bolillos que traían a mi m, ente.
entre negras antasíaS,
a los dedos descamado:, de la Intrusa,
de la Muerte que el encaje
va tejiendo de la Vida, de la Musa
que a la Historia da lenguaje.
«¿Quieres luego que aquí ponga—me dijiste
nuestros nombres enlazados?»
y dejaron tus palabras dejo triste
en tus labios agrietados.
Hoy de noche el cielo negro me parece
por encima de tu huesa,
vivo encaje en que divina resplandece
para siempre nuestra empresa.