Porque del infierno maldito salen los demonios;
Para hacer la guerra contra los santos...
Embriagándolos a todos con sus amarguras,
Manchando el corazón con sangre del pecado.
Satanás forjador del mal y de todo lo impuro;
Que siembra semilla negra y toda la dispersa,
Para que el alma sea negra con su fruto...
Y seamos desobedientes como Adán y Eva.
Demanda odio, envidia, desobediencia, muerte;
Y toda cosa mala ante los ojos del señor...
Destruyendo la vida pura de buenas personas,
Cómo un animal salvaje que no tiene corazón.
Lleno de frialdad, con su voz que es una mentira;
Rondando en la noche y deleitando promesas,
Aprovechándose del débil de la miseria infinita
Haciendo tratos sucios y robando almas ajenas.
Pero hay un dios lo suficientemente poderoso;
Para hacer guerra contra los ángeles caídos,
El gobierna los cielos las más altas montañas
Contra el gran leviatán: el señor ha vencido.
Y verán los hombres el sol en su hora venidera;
Cómo lengua ardiente su rostro flameante...
Y vengara la sangre de los hermanos caídos,
Cómo un monarca antiguo, ¡cuando retornare!.
Y los cuatros extremos de la tierra se juntaron;
Para recibir y dar partida a los elegidos...
Despliegan las naves con valioso cargamento,
Con almas puras de los rincones escogidos.
Y de las miradas triste y de los ojos en llantos;
Que dieron a torcer su lengua en angustia,
¡Con la fe, alcanzarán el nivel en un extremo!
Parte de la luz brillante de las estrellas puras.