Para que sepas, Marisela, mis dolores
Que tus ojos divino me causaron,
Apartaste tu vista de mis flores
Y el jardín y su amor se marchitaron.
Ni en todo el continente americano
Ni una mujer así que haya soñado,
Y del sueño del que me arrancaste
Nunca en la vida había contemplado.
Y si así fuera tu espíritu querido
Y que del santo espíritu bebiere,
No estuviera pensando en el olvido
O muriendo de llanto no estuviere.
Te diré con mis versos en el infinito
El amor es un Dios que nunca muere,
Y si hoy viste mi jardín marchito
Mañana lo verás como se quiere.