Va a la grupa la doncella
sobre un corcel de oro y plata,
entre el alhelí y el plomo
del cielo y el campo en calma.
Va a la grupa la doncella
aunque ella sola cabalga.
Su rubia llama de pelo
ha de encender la borrasca
cuando se desasosiegue
la tarde en paz, gris y cárdena.
Aleteos del abril
asustan a la hoja plácida
y afilan sus acicates
en la hora desenfrenada
para hundirlos en la prisa
de las nubosas ijadas.
Por los llanos va el corcel,
con luces de oro y de plata,
y, en la grupa, la doncella
que en las tormentas se escapa.
El campo la ve correr
con su miopía entornada.
Un amor de río gentil
se criba entre las pestañas
de los chopos espigados,
y el verde mirar del agua
no sabe descifrar quién
es el raptor que la rapta.
Nadie se ve en la montura.
La niña va arrebatada.
Alhelíes de centellas
de olientes tormentas cárdenas
no aclararán la visión
de la llanura obcecada.
La tarde es perla siniestra;
el corcel es de oro y plata.
Como un eco del galope
se oye un trote de tronada.
No hará visible al galán
la encendida catarata.
Va a la grupa la doncella
aunque ella sola cabalga.