#Cubanos #Habaneros #Modernismo #SigloXIX #FloresDelDestierro
Sí! yo también, desnuda la cabeza De tocado y cabellos, y al tobillo Una cadena lurda, heme arrastrado Entre un montón de sierpes, que re… Sobre sus vicios negros, parecían
Homagno sin ventura La hirsuta y retostada cabellera Con sus pálidas manos se mesaba. “Máscara soy, mentira soy, decía; Estas carnes y formas, estas barba…
La montaña y la ardilla Tuvieron su querella: —«¡Váyase usted allá, presumidilla… Dijo con furia aquélla; A lo que respondió la astuta ardil…
En el alféizar calado De la ventana moruna, Pálido como la luna, Medita un enamorado. Pálida, en su canapé
Mucho, señora, daría Por tender sobre tu espalda Tu cabellera bravía, Tu cabellera de gualda: Despacio la tendería,
Como un ave que cruza el aire clar… Siento hacia mí venir tu pensamien… Y acá en mi corazón hacer su nido. Abrese el alma en flor; tiemblan s… Como los labios frescos de un manc…
Alma que me transportas: Voz desatada Que a las almas ajenas Llevas mi alma; Cinta, cinta de fuego
Ahora hay en los Estados Unidos un juego muy curioso, que llaman el juego del burro. En verano, cuando se oyen muchas carcajadas en una casa, es que están jugando al burro. No lo juegan...
Tiene el leopardo un abrigo En su monte seco y pardo: Yo tengo más que el leopardo, Porque tengo un buen amigo. Duerme, como en un juguete,
Vedle! En la seca garganta Apagada está la nota: El brazo ya no levanta La copa de oro, que rota Por la mística muerte,
Yo sueño con los ojos abiertos, y de día y noche siempre sueño. Y sobre las espumas del ancho mar revuelto,
Cuentan un cuento de cuatro hindús ciegos, de allí del Indostán de Asia, que eran ciegos desde el nacer, y querían saber cómo era un elefante. «Vamos, dijo uno, adonde el elefante manso...
¿Por qué no acaba todo, ora que pu… Amortajar mi cuerpo venturoso Con tu mantilla, pálida andaluza? No me avergüenzo, no, de que me en… Clavado el corazón con tu peineta!
Oh, qué vergüenza! El Sol ha ilum… La Tierra; el amplio mar en sus e… Nuevas columnas a sus naves rojas Ha levantado; el monte, granos nue… Juntó en el curso del solemne día
Yo visitaré anhelante Los rincones donde a solas Estuvimos yo y mi amante Retozando con las olas. Solos los dos estuvimos,