Aquí está el Palacio Salvo
allá está el Victoria Plaza
son tan torpes tan horrendos
que a uno lo dejan sin habla
su fealdad es tan espesa
que no alcanzan las palabras
para describir sus moles
tan imponentes e inválidas.
Como casas son apenas
dos simulacros de casas
como monstruos sólo tienen
monstruosidades standard.
Cuando yo prefiero el Salvo
lo digo sin petulancia
sólo me fijo en sus muchos
balconcitos y ventanas
en esa manera heroica
decisiva y uruguaya
de ser pobre en la riqueza
de ser cursi en las arcadas.
El Victoria en cambio tiene
una fealdad tan cuadrada
una sombra tan monótona
y tan norteamericana
que uno se cansa de verlo
de la noche a la mañana
de la mañana a la noche
tan desprovisto de gracia.
Esta opinión no se impone
no se vende ni se cambia.
Quien pase y mire hacia arriba
y escuche las dos campanas
que elija lo que le guste
para eso es la democracia.
Aquí está el Palacio Salvo
allá está la Victoria Plaza.