Querida infancia ayúdame
a hacernos amigas para visitarte más seguido,
para no llorar,
no temer de las vidas que he vivido
ni de de quienes clavaron la primera palabra,
que permanecería en innumerables oportunidades venideras.
Dime que piensas porque olvido,
cuando las tardes eran largas
y la compañía ninguna,
mis preguntas jamás fueron respondidas
y un mar sentimientos incomprendidos nacieron
en la sensación constante de ausencia.