Yo no sé de la noche,
nido de espejos,
tambaleo constante de deseos débiles,
misterios olvidados
y sombras vagas donde vivir sin muerte.
Cuando el sol se oculta delirante,
divago en memorias que me traen
carretes de fotos olvidados en el fondo de mi cajón.
Ven, vacío bien pensado
te ausentas a estas horas,
cuando mi piel rota
y mi furia ciega,
enlazan todas mis promesas cotidianas
en una fiesta intemporal de contradicciones.