Luisa Pérez de Zambrana

Soñando con mis hijas

Sólo dejaron sus queridos pasos
hojas de nardo y azucenas nítidas,
y estelas brillantísimas de luna
sobre el triste turquí de estas colinas.
 
Y en sus frentes los nimbos temblorosos
como estrellas de plata, dulce y líquida
sobre el gran terciopelo de la noche
con sublime silencio se deslizan.
 
¡Oh manos de marfil tersas y suaves
por mis ardientes lágrimas ungidas!
¡oh rostros con los rizos inclinados,
que me veis en la tierra de rodillas!
 
Reclinadme en el mármol de la muerte
y pálídas, dolientes y divinas,
sollozando en el borde de mi tumba
¡mirad la inmensidad de mis heridas!
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