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luis barreda

Latir Eterno

Latir Eterno
 
Tus labios de tormenta en mi océano en calma,
dos mundos opuestos que el destino unió.
Tú, huracán de versos; yo, silencio que alarma,
pero en nuestra colisión, el universo brotó.
 
Tu piel, solsticio ardiente que derrite mi escarcha,
mis noches de invierno se tornan fulgor.
En tu voz navegan lunas que el alma embarca,
y en tu mirada anclan barcos de pasión en flor.
 
Eres constelación que mi norte desvía,
cada estrella un relato que juntos escribimos.
Tus manos, cometas que surcan mi poesía,
en cada surco eterno, sueños que germinaron.
 
Hay magia en tu tacto, runas de un viejo hechizo,
un conjuro de siglos que en mi sangre talló su huella.
Cada verso que nace solo sabe ser tu abrigo,
en la tinta que arde, solo brilla tu estrella.
 
Tus ojos, dos abismos de ébano y misterio,
en ellos me sumerjo, hallo mi perdición.
Tus dedos, sinfonías que encienden mi imperio,
deshojan en mi piel himnos de exhalación.
 
Cada suspiro tuyo es marea que invade,
cada beso, volcán que en mi pecho despierta.
Soy arena que aguarda la ola que la arrastre,
y en tu fuego sediento, mi esencia queda abierta.
 
Me vuelvo cicatriz en el lienzo de tu lecho,
jardín de delirios que solo tú cultivas.
Eres alquimista que convierte mi pecho
en oro las heridas que tu amor restañó.
 
Subes como vendaval, bajas como rocío,
tejes en mis costillas rutas de devoción.
Robas miedos, dibujas mapas de lo impío,
y en tu boca, el pecado sabe a redención.
 
En la oscuridad, tus sombras son mi alfabeto,
la luna testigo de un canto sin pudor.
Nos fundimos en grietas donde el tiempo es quieto,
y el mundo se deshace... Solo somos ardor.
 
Eres eco de un himno que mi sangre repite,
refugio de auroras que en tu piel se perdieron.
En el vino de tus venas, mi sed infinita bebe,
y en tu aliento, navego a puertos nunca vistos.
 
Y así, entre sombras y luces, tejemos nuestra historia,
dos almas que el tiempo enredó en su telar.
No hay fin en este viaje, no hay mapa, ni victoria,
solo el ritmo eterno de un latir singular.
 
Sigues siendo la lluvia que mi desierto anhela,
sigues siendo el verso que mi boca cantó.
Sigues... siempre sigues,
la razón que respira,
el amor que soy yo.
 
—Luis Barreda/LAB

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