Leopoldo Lugones

Tentación

Calló por fin el mar, y así fue el caso:
En un largo suspiro violeta,
se extenuaba de amor la tarde quieta
con la ducal decrepitud del raso.
 
Dios callaba también; una secreta
inquietud expresábase en tu paso;
la palidez dorada del Ocaso
recogía tu lánguida silueta.
 
El campo en cuyo trebolar maduro
la siembra palpitó como una esposa,
contemplaba con éxtasis impuro
 
tu media negra; y una silenciosa
golondrina rayaba el cielo rosa,
como un pequeño pensamiento oscuro.
Preferido o celebrado por...
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