Todo está listo para las quemas:
los labradores sobre las rondas
prenden el fuego. Color de gemas
toman las llamas quemando frondas.
Los vientos soplan y las corales
salen en fuga de la maraña;
saltan las chispas a los cañales
y de estos vuelan a la montaña.
Arden los montes y arrecia el viento
como una trompa de acentos broncos;
y entonces se oye como un lamento
que al desgajarse lanzan los troncos.
Y por la noche mira el labriego,
cual si salieran de la negrura,
dos grandes sierpes hechas de fuego
peregrinando para la altura.