Juan Clemente Zenea

Nocturno

Noche tempestuosa
(A Nicolás Azcárate)

Murió la Luna; el ángel de las nieblas
su cadáver recoge en blanca gasa,
y en un manto de rayos y tinieblas
el Dios del huracán envuelto pasa.
 
Llueve y torna a llover; el hondo seno
rasga la nube en conmoción violenta,
y en las sendas incógnitas del trueno
combate la legión de la tormenta.
 
¡Qué oscuridad! ¡qué negros horizontes!
¡Hora fatal de angustias y pesares!
¡Ay, de aquellos que viajan por los montes!
¡Ay, de aquellos que van sobre los mares!
 
¡Cuántos niños habrá sin pan ni techo
que se lamenten de dolor profundo!
¡Cuánto enfermo infeliz sin luz ni lecho!,
¡cuánta pobre mujer sola en el mundo!
 
Salta preñado el río sobre el llano
y amenaza a los buenos labradores,
y encuentran los insectos un océano
en el agua que rueda entre las flores.
 
Cansado el marinero se arrodilla
en la cubierta del bajel errante,
y en vano busca en la lejana orilla
el faro salvador del navegante.
 
¡Qué triste noche! Y en mi hogar, en tanto,
todo en el orden y en la paz reposa;
duerme mi niña en su silencio santo,
y se entretiene en su labor mi esposa.
 
Sentimos ella y yo las agonías
que sufre el hombre de diversos modos;
me acuerdo yo de mis revueltos días,
y nos ponemos a rogar por todos.
Piaciuto o affrontato da...
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