(1947)
#EscritoresEspañoles El De de libro los muertos
Mis manos acarician el torso de la sombra. Desnudo por mis dedos se ha deslizado y tiembla un palpitar lejano
Bajo la tierra seca, arden eternamente vuestras llamas por un aire sin pájaros, eternamente alimentadas. Madre terrible, exprime
Bajo el viento implacable de los a… me inclino, como un árbol doloroso… hasta tocar la tierra donde el tie… mis pasos va borrando con su soplo… En la frente me suenan, dulcemente…
Los siglos ponen huevos sobre su l… en la dura corteza donde la luz se… y el día retrocede igual que ante… donde se encierra el tiempo lleno… Pero otra vez los siglos
ESTE pálpito es solamente una pi… un pretexto cualquiera para la sor… Un dolor invisible va endulzando s… donde una verde yerba tiembla...
Si en la noche de Dios yo me muri… y el mundo de los vivos yo dejase, qué triste sonaría, entre los homb… el ruido de mi alma al derrumbarse… En la noche desnuda, se alzarían
POR entre manos húmedas que agita… vas tú, pez desnudo, espada velocí… que pasas y te olvidas de tu huell… Como una estrella, mudo derivas a la tumba donde el sonido…
Sólo tú y yo sabemos la verdad de… que día a día robamos a la muerte, que erigimos de nada tan solo con… humo ceniza de un beso olvidado en tu f…
La muerte espera siempre, entre lo… como un árbol secreto que ensombre… de pronto, la blancura de un sende… y vamos caminando y nos sorprende. Entonces, en la orilla de su sombr…
Como un pájaro herido venía tu tristeza, sus pobres alas mustias sosteniéndote el alma. Había un aire azul
LA selva estremecida y, en las lu… de los ojos, gacelas presurosas huyen como horizontes asaltados, como estampidos tenues cuyo sentid… Con un son reposado cruje la garra
Cuando estoy preguntando y, de rep… levanto a Ti los ojos y me callo, entonces es, Señor, que Tú me esc… y te hablo. La luz crece en mi alma, dulcement…
Todas las cosas son las mismas que ayer estaban en mi orilla: tierra inmutable y poderosa, cielo sereno y hondo arriba, piedras heladas donde el tiempo
Ha llegado la noche para todos: yo reclino la frente en esta piedr… donde los siglos ciegamente pasan, mientras fulgen, arriba, las estre… Entre duros peñascos me arregazan
SU madeja de yerba el viento ovil… en el hueso silencioso de las asta… mientras una triste saliva amarra… su mansedumbre de nube solitaria sobre un verde paisaje de tristeza