Violo tus exequias, amada, difunta mía,
Párpados de lys, corona de doradas cucarachas,
Donde el reptil amargo y verde sueña.
Consuélame en mi trono de sangre, amada,
Donde a solas, rodeado de antorchas, me he dormido
Y no he escuchado tus heraldos,
Con fuego en la gorguera, cantar tu santa muerte.
Consuélame Reina, consuélame tremenda,
Yo soy el Rey en su torre y tú eres media luna alada,
Ceniza que gobierna, ataúd abierto y profanado.
¡Oh señora mía, luto de mi amor!
¿Qué antigua dicha, bajo tu enjoyado seno,
Bajo la imperial ceniza, alumbra?
Cae el terciopelo de tus fulgurantes clavículas,
La Muerte llega a tus pies,
Junto a mi yelmo, mi cráneo, mi esqueleto arrodillado
Ante las escamas negras del Infierno.