Ponte de rodillas,
como un angel turbado,
no entiende la muerte,
no entiende el delito.
Es el pecado original amigo.
Está allí, siempre presente.
Lo llevamos encima, nos persigue.
¿Pretendes escaparte?
Yo no pude.
Me acompaño en las montañas escarpadas,
bucee los acuarios más profundos,
Y me busque en templos infinitos.
Ahí seguía,
Como un viejo callo,
Imposible.
Ese pecado democratizado, sigue siendo pecado.
Podemos insultarlo, es inútil, está dentro.
Es imposible abrirte la cabeza y sacarlo.
Yo me tiré por barrancos afilados,
Sangre en lugares desalmados.
Intenté asalvajarme,
Procure dormirme sin final.
Y no hubo manera.
Lo resolví, si.
Cuando deje de asistir a lugares sin oxígeno.
Desaparecí de los minúsculos estímulos.
Asumí un papel pequeño, y lo interpreté sin tapujos.
Y ese lugar sombrío, se hizo de día.
Y esa noche prolongada de desesperación,
Desapareció.
No fueron dos días. Ni siquiera cien.
No te largues.
No morirá por lugares, ni se ahoga en experiencias,
No se pierde en éxitos, ni se funde en pasiones.
Te confundes al intentar
apartarlo, taparlo, esconderlo.
Persistirá.
Y el dia en que mueras sentirás
esa tremenda soledad mentirosa,
Que es vivir rodeado de un pecado que no es tuyo,
De un pecado original.
Anterior a tus progenitores,
y a los de estos anterior también.
Se reproduce, existe desde que tú lo haces,
y muere cuando renaces.