Jacobo Rengifo Cavestany

DiOs SuYo pero QU’E me han hecho (yo).

Porque encuentre el valor de recordar sin rencores

El dios era yo.
¿No?
 
No, no eras.
Eres dependiente, vulnerable, y estás roto.
No eras Dios, ni eras capaz de mucho más que nada.
Tiritabas al pensar en realizar una acción concreta con resultado.
 
¡Qué difícil!
¿No?
 
No, no es difícil.
Es tan sencillo como ver parpadear a un colibrí,
O el batir estático de sus alas.
Es demonstrable entender honesto no sentir, pero que feo.
 
Dios, no eres, no eras, no serás.
Compórtate como un objeto frágil
En un lugar hostil.
Y entonces floreces, como decía ella, floreces sólo.
 
Nadie adorna tus pétalos,
ni saca brillo a tus nuevas conformadas alas,
Porque eres libre, y vuelas solo.
Vuelas alto.
 
Acógete a esa ley tan poco conocida,
en un mundo de competencias exponenciales,
¿Quién sabe aquello que significa?
 
Brilla,
luz de amianto,
ojo débil de un tuerto cojo,
carne de melaza.
 
Brilla,
oro de hojalata,
canto atonal del mero hecho de existir.
 
Brilla, sin más.
Como pedían los pasos del soñador,
las cruces erguidas de un salvador cualquiera,
los catorce pasos de la desolación.
 
Te miro a los ojos, dentro de ellos
y no formulo otra cosa,
que ojalá en este mundo tan injusto de memoria,
te pueda conservar entera.
 
Sea quien sea,
pase quien pase,
como un feliz recuerdo de un olvido
que se me hace cada día más grande.
 
Y cuando crucemos, en barco,
sobre una vespa azul celeste o a caballo,
un nuevo recorrido de los pasos que se pierden,
no encuentre en mi interior más que un legado
 
de sonrisas
sin rencor,
sonrisas
que también serán olvido.
 
Olvido limpio, pérdida serena.

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