Paseábase la niña blanca por la casa abandonada,
desde la puerta del cuarto hasta la de la terraza.
Cartas le fueron venidas de que madre no le ama,
las cartas mojadas con lágrimas y al suelo desmayara.
Descalzaba dunas sandalias y al segundo piso bajara;
por el patio datrás, subida á la alambrada se lanzaba.
Desque en la miseria estuvo, al fenecido pundonor viajara,
que se destrocen sus sueños, sus sonrisas blancas.
Y que los lacrimales, por lasitud apriesa se secaran
para que los vecinos, los burlones, no escucharan.
Los vecinos quel llanto oyeron, que á Ezis poco le importara,
solo á solo y todos á todos, ajuntados se ha mustia cruzada.
Allí fabló un niño gríseo, destas maneras él fablara:
¿Por qué lloráis, niña?, ¿para qué tanto drama?
Habéis de saber vos, vecinos, una flamante aciaga,
que los míos padres abandonada me dejaran,
que en el mío nacimiento sus vidas las arruinaba.
Allí fabló un ángel de alas vastas y canas
Bien se te trata, bona cría; bona cría, bien se te tratara.
Ahuyentaste á tu padre que era la alegría de tu mama;
destruiste su felicidad á costa de tu anunciada;
por eso mereces, niña, una tortura muy magna:
Que te mueras tú y la alegría, y que se muera tu alma.