Oh, estimado travestí de pielle alba,
con mirada vacía de fe y esperanza,
tu maquillaje no cubre tu poca confianza.
Lene niño adamado carente de gracia,
siempre fuiste diferente al resto,
siempre estuviste distante y mesto,
miedo sientes por ser el peor verbigracia.
Lágrimas como cascadas caen de tus ojos,
nunca estás en calma, permaneces en alarma,
eres débil, patético y con autoestima refez,
cubres tu falta de fuerza tras vestes y zapatillas.
No dejas que otros te acepten
por la medrana á ser rechazado nuevamente,
pesimista tan continuamente, eres deprimente,
lloras y lloras otra vez, plañes demasiado,
eres sólo tristeza y baja autoestima encubierta.
No llores, muchacho travestido,
tal vez no te has dado cuenta
de que hay gente que te quiere y aprecia.
Te han dicho varias veces que feliz quieren verte,
pero travestí siempre estás renuente que,
entre gritos sollozos, dices que no te entienden.
Sólo deseas ser feliz, vivir sonriente,
que sin importar á dónde vayas,
que la gente no se aparte de ti
por miedo á que los contagies.
—¡¿Por qué no desaparezco?!
—Repites eso todos los días sin cesar.
—Toda mi vida ha seído una gehena,
por favor, no quiero llorar más...
—Travestí, ¿qué es lo que más deseas?,
—Desearía recibir una abrazo de mamá,
aunque sea una sola vez mi alma agradecerá.