¿Cómo, idolatrada mía, Cuando la noche agradable A tus brazos me conduce, Gimes triste y anhelante? Están ajadas y mustias
Cuando feliz tu familia Se dispone, caro Padre, A solemnizar la fiesta De tus plácidos natales, Yo, el primero de tus hijos,
Fue tiempo en que la docta Poesía De independencia y de poder armada… Al moral universo presidía. Las hijas inmortales de Memoria En inflexible tribunal juzgaban
Cuando en la etérea cumbre De los eternos Andes se amontonan Mil pavorosas nubes, De hielo, fuego y destrucción preñ… Y con fúnebre cerco los coronan,
¡Ay! ¿es verdad? ¿La delicada man… Que al dulce beso del amor convida… Y en sed inflama el anhelante labi… Mis versos escribió; y este consue… Al insano pesar que me devora
Cana mi frente está, mas no por añ… Que veinte y seis abriles, aún no… Cana mi frente está, no por espant… Que no temí jamás. ¡Ay! el tormen… De ansiar un bien ideal, que de mí…
Amigo de mis horas de tristeza, Ven, alíviame, ven. Por las llanu… Desalado arrebátame, y perdido En la velocidad de tu carrera, Olvide yo mi desventura fiera.
Ven, dulce amiga, que tu amor impl… Luzca en tus ojos esplendor sereno… Y baje en ondas al ebúrneo seno De tus cabellos fúlgidos el oro. ¡Oh mi único placer! ¡oh mi tesoro…
Manes sacros, alzad de las tumbas, Y atended a mi fúnebre canto, Atendedle, y al férvido llanto En que el rostro me siento inundar… Y con faz menos triste y severa
¿Aún guardas, árbol querido la cifra ingeniosa y bella con que adornó mi adorada tu solitaria corteza? Bajo tu plácida sombra
¡Oh! Cuán puro y sereno despunta el Sol en el dichoso día que te miró nacer, ¡Esposa mía! Heme de amor y de ventura lleno. Puerto de las borrascas de mi vida…
De Roma esclava defensor augusto, De Utica en la ribera miserable Opónese Catón, inexorable A César vencedor y Jove injusto. Ajeno de furor, libre de susto,
Hija de la beldad, ninfa divina, ¿Cuál es el alma helada Que al girar de tu planta delicada No se embriaga en placer? La orqu… Y al compás de sus ecos presurosos…
Al contemplar las áticas llanuras En la serena cumbre del Himeto, Espectáculo espléndido se goza. Vense grupos de palmas, que otro t… Oyeron de Platón la voz divina,
¿Por qué el tiempo en sus alas fug… Llevó el siglo dichoso En que abrasaba el pecho en llamas… El canto poderoso, Y a los míseros siervos alentaba