#Cubanos #SigloXX #FueraDelJuego
Dirán un día: él no tuvo visiones que puedan añadirse… No poseyó el talento de un profeta. No encontró esfinges que interrogar ni hechiceras que leyeran en la mano de…
#FueraDelJuego
¡Al poeta, despídanlo! Ese no tiene aquí nada que hacer. No entra en el juego. No se entusiasma. No pone en claro su mensaje.
Los viejos poetas, los viejos maestros r… duchos en el terror de nuestra época, se… todos a morir. Yo sobrevivo, lo que pudiera calificarse… entre los jóvenes.
#ElJustoTiempoHumano
En una de estas tardes me pondré guantes blancos, frac negro, sombrero; iré a la calle Behren,
#ElHombreJuntoAlMar
¿Y si empezara por aceptar algunos hecho… como ha aceptado—es un ejemplo—a ese neg… que mea desafiante en su jardín? Ah, mi señora: por más que baje las cort… que oculte la cara solterona; por más qu…
En los bosques de Rusia yo he visto un abedul. Un abedul de hierro, un abedul que lanza como los electrones su nudo de energía y movimiento.
No pudimos hacerla florecer en el poema y la dejamos en el jardín, que es su lugar natural.
Siempre, más allá de tus hombros veo al… Chispea bajo los temporales. Es un pedazo de madera podrida, un farol… que alguien menea como a contracorriente… El mundo que nuestros cuerpos
Conozco el manuscrito de Pasión de Urbino, sus muchas, y ahora compruebo que insuficientes, modificaciones, desde 1964. Lisandro Otero solía dármelo a leer después de cada revisión. A i...
—¡No se pueden mezclar y las mezclamos. Revolución y Religión no riman! Se desgarraba el pobre bajo los reflecto… agachado, contraído,
Mi absurda persuasión abriéndole cada no… pero la poesía no entra. Ella no elije noches para entrar. Ningú… dominio impone –como afirman– de noche. A cualquier hora el mundo la desplaza
El amor, la tristeza, la guerra abren su puerta cada día, brincan sobre su cama y él no les dice nada. Cogen su perro y lo degüellan, lo tiran
Pueden fotografiarlas junto a un rosal en un jardín etrusco frente a la columnata del Partenón con sombreros enormes
Mi hora vendrá, hará una seña en la escalera y subirá a mi cuarto donde arderá la estufa; si en Londres,
¿A quién doy realidad cuando bajo de noche la escalera y veo al impasible caballero —con su ojo gris de estaño— esperando, acechando?