Gabriela Mistral

El ángel guardián

I

 
Es verdad, no es cuento.
Hay un Ángel Guardián
que ve tu acción y ve tu pensamiento,
que con los niños va doquiera van.
 
  Tiene cabellos suaves
de seda desflocada,
ojos dulces y graves
que dan la paz con sólo la mirada.
¡Ojos de alucinante claridad!
(No es un cuento, es verdad).
 
  Tiene una mano hermosa
para proteger hecha.
En actitud de defender piadosa
levantada, acecha.
¡Mano grácil de suma idealidad!
(No es un cuento, es verdad).
 
  Tiene pie vaporoso.
El aura hace más ruido
que su andar armonioso.
Va sobre el suelo, pero no a él unido.
(No es un cuento, es verdad).
 
  Bajo su ala de seda,
bajo de su ala azul, curva y rizada,
todo su cuerpo cuando duermes queda
y aspira una tibieza perfumada.
¡Ala que es congo un gesto de bondad!
(No es un cuento, es verdad).
 

II

 
 Hace más dulce la pulpa madura
que entre tus labios golosos estrujas;
rompe a la nuez su tenaz envoltura
y es quien te libra de gnomos y brujas.
 
  Gentil, te ayuda a que cortes las rosas;
vuelve más dura la linfa en que bebes;
te dice el modo de obrar de las cosas:
las que tú atraigas y las que repruebes.
 
  Llora si acaso los nidos desojas,
y si la testa del lirio mutilas,
y si la frase brutal que sonroja
su acre veneno en tu boca destila.
 
  Y aunque ese lazo que a ti le ha ligado
al de la carne y el alma semeja,
cuando su estigma te pone el pecado,
presa de horror y llorando se aleja.
 
  Es verdad, no es un cuento.
Hay un Ángel Guardián
que ve tu acción y ve tu pensamiento,
que con los niños va doquiera van!
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