No me preguntes si aún te quiero.
No sabría qué decirte.
Tú te fuiste.
Las cosas siguieron.
Los platos, el tráfico, las noticias del martes.
La vida, eso que no espera.
Pero a veces—no te voy a mentir—
alguien dice tu nombre
o paso por la calle
donde me besaste por primera vez
y me trago el recuerdo como si fuera
un sorbo de café frío.
No fue un amor perfecto.
Ni limpio.
Ni fácil.
Tampoco fue justo.
Ni siquiera supimos querernos
como dicen que hay que querer.
Pero fue nuestro.
Y con eso me basta.
No te echo de menos como en las canciones.
No me revuelco en la pena.
Pero cada tanto,
en medio del ruido,
algo se rompe,
como una copa sin manos,
y te pienso.
No vuelvas.
No vengas.
No hace falta.
Lo que quedó,
quedó.
Y eso también es una forma de amor.